A los que nos dejaron sin poder decir adiós
- Patricia Livingston
- 23 jun 2017
- 2 Min. de lectura
Los que ya no están duermen en lo más hondo de nuestro corazón, pero muchas de esas ausencias siguen siendo abismos de dolor en nuestra memoria: porque nos dejaron sin poder darles un adiós, se fueron sin un “te quiero” o puede que incluso sin un “lo siento”. Esta angustia vital dificulta en muchos casos el adecuado proceso del duelo.

La muerte, debería ser como una despedida en el andén de un tren. Ahí donde disponer de un breve intervalo de tiempo donde tener esa última conversación, donde ofrecer un largo abrazo y dejar ir con un hasta luego sosegado, teniendo plena confianza de que todo va a ir bien. Sin embargo, nada de esto es posible.
Anne Morrow Lindberg, célebre escritora y aviadora de principios del siglo XX, explicaba en su biografía que el dolor, al contrario de lo que piensan muchos, no es universal. El sufrimiento es algo tan personal, profundo y descarnado que solo uno mismo puede entenderlo para iniciar, poco a poco, un lento proceso de reconstrucción interior.
Porque la muerte no sabe de despedidas y eso es algo que debemos asumir tarde o temprano. Te invitamos a reflexionar sobre ello.
Los que nos dejaron sin pedir permiso ni decir adiós A menudo suele decirse que el único aspecto “positivo” de las enfermedades terminales es que, de algún modo, permiten a la persona ir asumiendo e incluso preparando su proceso de despedida o lo que ahora se conoce como “el buen morir”. No obstante, por muy preparada que esté la familia ante ese instante o ese “desprendimiento”, en ocasiones, lejos de sentirse aliviadas lo viven también como algo traumático.
Ahora bien, los que nos dejaron sin pedir permiso ni decir adiós son sin duda las ausencias que más dificultad nos provocan a la hora de iniciar nuestro proceso del duelo a lo largo de esas 5 etapas del modelo de Kübler-Ross. Lo habitual, es quedar encallado en los sentimientos de incredulidad y negación, hasta derivar, en el peor de los casos, en un estado de desorganización vital marcado por la ira crónica o la depresión.
La muerte inesperada de un ser querido supone algo más que un impacto emocional intenso. La pérdida deja muchos cabos sueltos, asuntos pendientes, palabras no dichas, arrepentimientos no disculpados y la desesperada necesidad de haber podido dar un adiós.
Existen hoy en día, Técnicas de Liberación Emocional, muy poderosas que trabajan desde un lugar energético, de una manera rápida y muy efectiva, que borran los recuerdos dolorosos, y traumáticos de una manera sencilla, reprogramando nuestros sentimientos y creencias. Esto es difícil de aceptar para la gente que está acostumbrada a largas terapias psicológicas con resultados muy pobres y lentos.
Ahora con algunas sesiones de FASTER TAP EFT , logramos liberarnos del dolor de la pérdida rápidamente!!! De una manera definitiva!!!!
Vía: RINCON DEL TIBET.